Leonardo da Vinci era un hombre con un poder de observación fuera de lo común, a lo que había que sumarle su aguda curiosidad, pero además era increíblemente creativo. Porque Leonardo observaba la naturaleza, investigaba sobre sus leyes y normas e ideaba una solución o mejora. Ese solía ser el flujo que desembocaba en un diseño, en un invento, en un ingenio del genio.
Reconozco que esta faceta poliédrica, la de los inventos de Leonardo da Vinci, es la que más me fascina. Leonardo da Vinci, el diseñador, casi más que inventor. ¿Qué habría hecho este hombre con el AutoCAD?
- Leonardo da Vinci: diseñador o inventor
- El ecodiseño de Leonardo da Vinci
- El visionario Leonardo da Vinci
- Ingenios y mejoras
- 30 inventos de Leonardo da Vinci
- Máquinas para el vuelo
- Ingeniería militar y armamento
- Ingeniería civil y urbanismo
- Máquinas para el agua
- Máquinas para representaciones teatrales e instrumentos musicales
- Máquinas de trabajo
Leonardo da Vinci: diseñador o inventor
En realidad las dos cosas, pero más la primera: diseñador.
Leonardo dejaba volar a su imaginación, desataba su extraordinaria fantasía y daba completa libertad a su creatividad. De su observación de la naturaleza, de sus investigaciones científicas, surgían ideas para solucionar tal o cual cosa, mejorar tal o cual otra y se desataba su proceso creativo. Y pensaba en grande, era verdaderamente audaz. Sus inventos eran una síntesis de arte, ciencia y diseño. Con el dibujo como vehículo, dejándose llevar por su prodigiosa mano izquierda, dibujaba soluciones que, en la mayoría de los casos, nunca se llevarían a cabo o simplemente eran imposibles.
Leonardo da Vinci ponía más energía en el proceso creativo, en el diseño, que en llevar a cabo la realización material de su idea. Se dejaba fluir hasta donde su creatividad le llevaba sin ponerle freno. En ocasiones sí llegaba a materializar sus diseños en inventos, pero fueron las menos.
El ecodiseño de Leonardo da Vinci
Leonardo era un amante de la naturaleza, le apasionaba observar y admirar la belleza que encontraba en las formas y en los procesos naturales. Era sabedor que la naturaleza supera en diseño al ser humano y que debía aprender de las soluciones simples, pero efectivas, que esta proporcionaba.
«El ingenio humano jamás encontrará una invención más bella, más fácil, ni más concisa que la naturaleza, porque en las de esta no falta nada ni nada es superfluo».
Leonardo da Vinci.
Leonardo da Vinci se estaba adelantando cinco siglos a lo que ahora se conoce como ecodiseño. Fijarse en como la naturaleza resuelve sus retos de manera sostenible, simple y eficiente. Imitar las soluciones que esta adopta. Una imagen holística en la que existen sinergias entre los diferentes aspectos y factores. Una mentalidad no mecanicista de la ciencia, que es la que ha prevalecido desde Galileo hasta nuestros días, donde el ecodiseño visionario de Leonardo vuelve a estar presente.
El visionario Leonardo da Vinci
Y es que me recuerda mucho a Julio Verne, quien también en sus novelas adelantó muchos de los avances tecnológicos que pasarían más tarde a ser realidad y algunos que aún no han llegado. En ocasiones Leonardo da Vinci se adelantó tanto, que la tecnología de la época hacía imposible su invento. Como su famoso uccello, el pájaro. Pretendía que un hombre con una máquina autopropulsada pudiera volar. Llegó a la conclusión de que era imposible porque un humano no es capaz de producir fuerza suficiente para alzar el vuelo. Tuvo que llegar el motor de propulsión y la hélice para hacerlo posible, pero su invento y el de los hermanos Wright no estaba muy alejado.
Lo mismo sucedió con muchos de sus ingenios: la ametralladora, el carro de combate, el tornillo aéreo o el automóvil. Diseños que en la mente de Leonardo serían viables, pero para los que la tecnología aún no había avanzado lo suficiente como para hacerlos posible.
Ingenios y mejoras
No siempre sus ingenios salían de la nada. Leonardo se basaba en ocasiones de otros estudios anteriores para mejorar inventos. Algo similar que con el Hombre de Vitruvio del ingeniero y arquitecto del Imperio Romano Marco Vitruvio. Se basó en su estudio de proporciones para realizar uno propio con sus aportes originales.
Para muchos de sus inventos de armamento e ingeniería militar aprovechó estudios anteriores del protocientífico Roger Bacon y de Roberto Valturio, del que Leonardo poseía una copia de su tratado militar De Re Militari (1472).
Igualmente, la escafandra también parece ser una mejora sobre una invención que ya otros anteriormente intentaron, incluso Aristóteles.
Lo mismo podemos decir del deseo de volar, que ya habían probado otros antes que Leonardo, como el andaluz Abbas Ibn Firnas en el siglo IX o Eilmer de Malmesbury, monje inglés del siglo XI. Desconozco si Leonardo tenía conocimientos de estos intentos anteriores, porque el anhelo de volar es algo muy humano y muy leonardiano. Qué mejor que dejar volar la imaginación en el intento de libertad suprema que supone elevarse sobre el terreno.
30 inventos de Leonardo da Vinci
Como ya sabemos, Leonardo da Vinci, le daba a todo, era un curioso insaciable, así que diseñó máquinas para campos muy diferentes. Desde el intento de volar, a innovadoras armas, fortalezas inexpugnables, maquinaria para espectáculos, instrumentos musicales, etc. Así que los he intentado agrupar por temática.
No están todos los que son, pero si son todos (los mejores) los que están. Faltan muchos de sus inventos porque sería imposible incluirlos todos, de algunos solo hay pequeños bocetos, de otros solo algún apunte escrito o alguna alusión de otros autores. Además, hay que tener en cuenta que muchos de los manuscritos de Leonardo se perdieron, por lo que la lista de ingenios podría ser aún mucho mayor.
Máquinas para el vuelo
Ya sabemos que no fue el primero en intentarlo, porque imitar a los pájaros siempre ha sido un antiguo sueño de la Humanidad que hace no demasiado tiempo se hizo realidad, pero que por siglos nos fue vedado.
Leonardo intentó el vuelo desde varios enfoques: imitando el vuelo de los pájaros, después fijándose en las alas de los murciélagos, incluso de una manera totalmente innovadora, mediante rotación. Fruto de esta idea visionaria sería su famoso tornillo aéreo, el también llamado helicóptero de Leonardo.
Volar no, pero planear…
La audacia y el atrevimiento de Leonardo no tenía límite y volar fue siempre uno de los anhelos que estuvo presente en casi todas las etapas de su vida hasta que llegó a la conclusión de que el vuelo autopropulsado era imposible, pero sí al menos, planear era viable.
Y parece que esto mismo llegó a probarlo con la colaboración de Zoroastro hacia 1505 o algo después, cuando el atrevido ayudante de Leonardo se lanzó desde el monte Ceceri, en Fiesole, muy cerca de Florencia, y logró planear cerca de un kilómetro antes de aterrizar de forma abrupta.
De la observación de los pájaros, pero también de los murciélagos, de quienes imitó las alas, diseñó mecanismos para intentar hacer aletear máquinas voladoras con autopropulsión, el llamado por él mismo uccello (pájaro). También una especie de ala delta que es que la máquina que probablemente utilizó Zoroastro. Pero además otros ingenios para caer lentamente desde alturas como el paracaídas, que no dejó de ser casi un garabato más en sus cuadernos, una idea a vuelapluma, pero que ha sido probada su eficacia en el 2000 por Adrian Nicholas que se tiró desde 3.000 metros de altura.
Ingeniería militar y armamento
«Locura bestial», así es como denominaba Leonardo da Vinci a la guerra, le horrorizaba, era pacifista. Pero como manera para subsistir, inventó una gran cantidad de máquinas bélicas para Ludovico Sforza, teniendo en cuenta que Milán era una ciudad casi fronteriza y en constante peligro de conflicto bélico. Y años después trabajará como ingeniero militar, para el despiadado César Borgia.
Puede que el pacifismo de Leonardo da Vinci no fuera fácil de cumplir en una época en la que la península Itálica se encontraba en medio de las luchas de poder entre Francia, España, el Vaticano, la amenaza turca al este y el conflicto entre las propias ciudades estado italianas.
Hay veces que para subsistir uno tiene que dejar a un lado los ideales e incluso hacer lo que no quiere (¿en cuántos trabajos he estado obligado a hacer lo contrario de lo que me dictaba mi conciencia?).
También puede que en lo bélico exista un cierto encanto, una especie de morbo seductor. Yo entiendo perfectamente a Leonardo. Odio la violencia, pero, en cambio, me encantan los aviones de combate y me fascina ver documentales de las guerras mundiales, donde los estados y los humanos ponían todos sus recursos al límite. Todos tenemos nuestras contradicciones, esta es una de las mías, puede que también la de Leonardo.
La carta a Ludovico Sforza
Cuando el de Vinci es enviado a Milán desde la corte de Florencia de Lorenzo de Medici como músico, dentro de la política de diplomacia artística, Leonardo aprovecha para ofrecerse en una carta a Ludovico Sforza, sobre todo, como ingeniero militar, sabedor de que Milán en una ciudad en constante peligro bélico. La famosa carta ya menciona muchos de los ingenios que luego veremos plasmados en sus cuadernos. Diseños de fortalezas inexpugnables, cañones ligeros y transportables, carros de combate, catapultas, bombardas y, según sus propias palabras, «una cantidad infinita de máquinas de ataque y defensa».
Ya había adquirido conocimientos a través de libros de Bacon y Valturio. Así que algunos de sus diseños no partían de cero. Es fascinante ver el poderoso ingenio de Leonardo para crear soluciones distintas y tan avanzadas para su tiempo.
Armamento terrorífico e indestructibles fortalezas
Por ejemplo, el carro de combate: una especie de tortuga con ruedas movida desde dentro y con cañones para disparar mientras se desplaza. O la bombarda múltiple como una estructura redonda llena de cañones que se dirigen a todas las direcciones. Una ballesta gigante o una ametralladora para poder disparar varios proyectiles a la vez y cubrir un amplio campo de disparo. Carros con guadañas para ir destrozando todo a su paso. La espingarda, una especie de cañón fino y largo que a través de varios mecanismos podía cambiar de objetivo rápidamente.
Ideó imaginativas defensas para murallas y fortalezas con esquinas agudas y torres completamente redondas, que, según sus acertados estudios de balística, eran capaces de soportar mejor los cañonazos.
Muchos de estos inventos no pasaron del papel, puede que Ludovico «el Moro» no tomara demasiado en serio a Leonardo. Sí hubo un pequeño ingenio que traspasó esa barrera: la llave de rueda. Un dispositivo inventado hacia 1490 y que servía para producir chispa y así encender la pólvora de los mosquetes. Supuso un importante cambio en la velocidad de acción de las armas de fuego.
Ingeniería civil y urbanismo
Pero también le interesaba la ingeniería civil, sobre todo aquello que tuviera que ver con el agua. También en la carta a Ludovico Sforza menciona: «puentes muy ligeros y fuertes, y que se pueden cargar con mucha facilidad«. Parece referirse a sus diseños de puentes móviles, que aunque fueron vendidos al mandatario milanés como un artefacto para la guerra, eran de utilidad en muchos ámbitos y los que, además, se han comprobado su fiabilidad.
Innovadoras soluciones para salvar los cauces de los ríos, como el diseño de un puente giratorio, que permite por momentos el paso terrestre o, al retirarse, el paso de barcas. Igualmente útil para la defensa de un territorio.
Para la limpieza del fondo de los canales, Leonardo ingenió una nueva draga, que disponía de dos cascos de barca en lugar de uno y una rueda con palas excavadoras que irían depositando el fango en una gabarra de recogida, entre medias de las barcas. Otra mejora era el diseño de su grúa excavadora, ideada para el proyecto de desvío del río Arno, que permitía desplazarse a medida que el trabajo de excavación avanzaba.
La ciudad ideal de Milán
También se interesó por el urbanismo, realizando un proyecto de ciudad ideal de Milán, en el que buscaba conseguir una urbe más saneada y ordenada. Algo que además era necesario por las habituales pandemias de peste de la época.
Leonardo proyectó un urbanismo innovador para el Milán de la época que nunca se llegó a realizar. Una ciudad abierta, sin murallas, plagada de canales para que el agua fluyera, con diferentes niveles. Uno abierto para la circulación de personas y otro cerrado y subterráneo para el transporte de mercancías. Soluciones para la buena ventilación de los túneles y amplios espacios abiertos en superficie.
Y todo pensado con el gusto estético exquisito del genio florentino. No hubiera sido un mal lugar para vivir.
Máquinas para el agua
Leonardo siempre estuvo muy interesado en el agua, dedicó mucho tiempo y empeño a la observación del comportamiento de los fluidos y del flujo del agua. Esto le llevó a idear soluciones muy diversas, desde canalizaciones, desviaciones, drenajes de marismas, esclusas para canales, sifones…
Ingeniero militar en Venecia
Hacia el año 1500 fue llamado por el gobierno de la ciudad de Venecia para trabajar como ingeniero militar, acuciada por la amenaza del ejército turco. De esta época son inventos como la escafandra y el traje de buzo.
En realidad ideas que ya venían de antaño, aunque Leonardo buscó mejorar para formar en Venecia lo que se llamaría la brigada de defensores submarinos. Ataviados con su traje de buzo, con sacos de aire hecho de odres de vino, unas gafas y dotados de una escafandra con un tubo de caña que se conectaba a una campana flotante para poder recoger aire de la superficie.
Aunque, a posta, fue vago en sus explicaciones sobre este invento, dejó escrito: «no deseo publicarlo debido a la naturaleza malvada de los hombres, que podrían usarlo para cometer asesinatos en el fondo del mar». Se vuelve a mostrar un Leonardo contradictorio que, por un lado, diseña artefactos para la guerra y que, por otro, su ideal pacifista le lleva a no desvelar sus ingenios para que no fueran malévolamente utilizados.
Pequeños submarinos, esquís para el agua y flotador para nadar
Entre sus cuadernos también existen algunos esbozos, parece que de unos pocos años antes, hacia 1487, de pequeños submarinos. Esta idea también le rondó la cabeza, pero no fue más allá en su diseño preliminar, que tengamos conocimiento, siempre con la duda de que no hubiera más información en los cuadernos perdidos.
De su insaciable curiosidad surgían algunas preguntas que apuntaba en sus cuadernos: «Pregunta a Benedetto Portinari por qué medios corren sobre el hielo en Flandes». Puede que de esta peculiar duda naciera la idea de unos esquís para el hielo o para el agua. Una especie de pequeños esquís flotantes que con la ayuda de unos bastones con terminaciones en una superficie circular permitieran desplazarse por el agua. Otro esbozo a vuelapluma en sus apuntes del que no tenemos constancia que se hubiera llevado a cabo.
Otro de sus inventos visionarios fue el chaleco salvavidas o el «cinturón para nadar», según Leonardo. Teniendo en cuenta que saber nadar no era una habilidad muy usual, esta especie de flotador de cuero impermeabilizado con aceite de pescado estaba pensado para ayudar a avanzar sobre el agua evitando el hundimiento.
Máquinas para representaciones teatrales e instrumentos musicales
Leonardo: productor teatral
Cuando después de unos cuantos años en Milán, Leonardo, consigue trabajar para la corte de los Sforza, una parte importante de su trabajo eran la producción de representaciones teatrales. Estas fueron famosas por su espectacularidad y parece fueron todo un éxito.
Para alcanzar todo este espectáculo asombroso, Leonardo, valiéndose de su gusto por los mecanismos, ideó muchos artefactos para subir y bajar elementos con poleas, esferas que se abrían y descubrían personajes que eran elevados en altura.
El automóvil de Leonardo era una máquina más de las pensadas para estas representaciones. Su uso no estaba destinado al transporte de personas, sino que se trataba de una máquina capaz de moverse sola por el escenario utilizando un motor de muelles y engranajes.
Leonardo el músico
Cuando Leonardo da Vinci llegó a Milán lo hizo en calidad de músico y llevó consigo como obsequio para Ludovico Sforza una lira de plata con forma de cabeza de caballo. Años más tarde, en 1487, esbozó una lira con forma de cráneo de una especie de animal quimérico, dejándose llevar por su increíble fantasía y creatividad. Probablemente, esta lira estaría pensada como efecto escénico más que como instrumento propiamente dicho, ya que se trata de una lira en realidad sencilla como instrumento, sin ningún detalle innovador en cuanto a su acústica.
Otro de sus instrumentos innovadores sería el tambor mecánico. Formado por un carro con un tambor gigante arrastrado por una persona o animal y que accionando una manivela permitía la percusión. Estaba ideado para desfiles y procesiones.
El más sofisticado de todos los instrumentos inventados por Leonardo era el pianoviola automático. Una especie de órgano que el músico llevaba colgado a la cintura gracias a un arnés. En su interior, una crin de caballo entraba en contacto por las cuerdas accionadas por las teclas. Su sonido era más parecido al de una viola que al de un órgano.
Máquinas de trabajo
La curiosidad infinita y el estudio en tantas materias diferentes llevaban a Leonardo a querer mejorar tareas, hacerlas más ágiles y cortas en el tiempo. En sus cuadernos existen infinidad de dibujos sobre mecánica, ruedas dentadas, engranajes, muelles, poleas, etc. Sobre todo en el Códice Atlántico y los Códices Madrid.
Espejos cóncavos
La muela para producir espejos cóncavos nace de la necesidad de producir espejos ustorios. Estos espejos cóncavos se utilizaban para concentrar el calor y así poder fundir metales. Leonardo pudo verlos funcionar en el taller de Verrocchio para la elaboración de la enorme esfera de cobre que se colocó sobre la cúpula de la catedral de Florencia.
Innovaciones para la industria textil
La máquina para entallar limas estaba pensada para producir limas de aguja para la industria textil de manera automática. Leonardo fantaseó con su invento creyendo que se haría rico. Pero como con muchas otros ingenios, parece que disfrutó más con su ensoñación y con el mismo diseño que con llevarlo a cabo, porque nunca lo hizo.
Medir distancias
El odómetro se trata de una máquina que se utiliza para contabilizar distancias. Es posible que para este ingenio Leonardo se valiera ya de un aparato utilizado anteriormente por Marco Vitruvio y que él mejoró. Realizó varios diseños y, esta vez, sí fue llevado a cabo y utilizado por Leonardo. Primero en su traslado de Florencia a Milán y lo perfeccionó para sus viajes por el centro de Italia con César Borgia. Era una especie de carro arrastrado por una persona. Un mecanismo provocaba que, cada cierta distancia, una esfera de madera, metal o de piedra cayera a un recipiente. Cada una de estas esferas simbolizaba una longitud, así que valía con contabilizarlas para saber la distancia total recorrida.
Visionario Da Vinci
Un invento con el que el genio de Vinci volvió a demostrar su increíble capacidad visionaria fue con el rodamiento de bolas. Al investigar el efecto de la fricción llegó al diseño de este mecanismo que conseguía disminuir el rozamiento entre dos placas en contacto. Se trata de un dispositivo que, a día de hoy, es utilizado en multitud de maquinaria. La primera patente fue del galés Philip Vaughan de Carmarthen en 1794. Leonardo lo inventó hacia el 1500, casi trescientos años antes.
Leonardo da Vinci era bueno en geometría, en parte gracias a las enseñanzas de su amigo Luca Pacioli, en cambio, no parece que la aritmética fuera su fuerte. Existen varios apuntes en sus cuadernos con errores en los cálculos matemáticos. Así que volviendo a adelantarse algo más de cien años a Blaise Pascal, que en 1642 inventó la Pascalina, ideó una máquina de sumar. Esta calculadora de Leonardo tenía varios engranajes con una relación que iba del 1 al 10. Parece que no llegó a producirla y utilizarla porque sus errores de cálculo continuaron.
Imágenes: Salva Franco (infografías e imagen de Leonardo da Vinci diseñando en iMac, con Dall-e) y Wikimedia Commons.