La juventud de Leonardo da Vinci

Divino y mortal, durante su juventud, Leonardo da Vinci también tuvo que pasar por sus propias tribulaciones, avatares y desesperanzas. Lleno de audacia, pero sobrepasado por su perfeccionismo, muchas de sus primeras obras ya intuían lo que sería la huella de su ingenio y su fracaso: el rastro que dejaba con sus obras inacabadas.

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David de Andrea del Verrocchio. Parece que tomó de modelo a un joven Leonardo da Vinci

La juventud, esa época que solemos sobrevalorar con la distancia y la distorsión de la nostalgia. Época complicada para muchos, etapa de formación, la forja de la personalidad, la búsqueda de un camino, un propósito, un lugar en el mundo. Quizá el joven Leonardo estaba igual de perdido que lo estuvimos nosotros mismos.

De Vinci a la Florencia del Quattrocento

Como ya vimos en el artículo sobre la infancia de Leonardo da Vinci, con doce años marcha con su padre Piero desde Vinci para establecerse en Florencia.

Cuando Leonardo da Vinci llega a Florencia no existía ciudad mejor para fomentar la creatividad que la capital toscana. Se había convertido en un gran centro financiero, con el florín como principal moneda de cambio en toda Europa. La adopción del sistema de partida doble en la contabilidad permitía el florecimiento del comercio. Su economía estaba en plena prosperidad, combinando el arte, la tecnología y el comercio. Eran abundantes los talleres de pintores, tallistas, orfebres y joyeros.

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Vista de la Florencia de 1472, Francesco Roselli.

El ambiente humanista del Quattrocento florentino, que depositaba la fe en el individuo y el desarrollo del conocimiento como búsqueda de la felicidad, convertían a la ciudad en un hervidero de ideas. Un ejemplo del impulso económico y cultural era que una tercera parte de los habitantes de la ciudad sabían leer y escribir, la tasa más alta de toda Europa.

En Florencia, a diferencia de otras ciudades estado de la península itálica, no gobernaba una monarquía hereditaria. Los prósperos comerciantes y gremios habían fundado una república, aunque en realidad por aquellas fechas eran los Medici, una familia de banqueros quienes ejercían el poder en la sombra.

Los Medici

Cosme de Medici, ejerció el poder de Florencia desde la década de 1430 hasta el 1464, el mismo año que Leonardo da Vinci llegó a Florencia. Promovió el resurgimiento del arte de la Antigüedad, la base del humanismo renacentista. Fundó la primera Biblioteca Pública de Florencia y la famosa Academia Platónica Florentina, donde eruditos e intelectuales debatían los sobre los clásicos. Mecenas de artistas como Fra Angelico, Filippo Lippi y Donatello.

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Cosme de Medici. Retrato de Jacopo Pontorno

A la muerte de Cosme sería su hijo: Pedro de Cosme, quien ocuparía el poder. Pero murió a los cinco años, en 1469. Fue entonces Lorenzo de Medici, conocido como «el Magnífico» quien ostentaría el poder.

Lorenzo había estudiado literatura y filosofía y asumió el mecenazgo de la Academia Platónica Florentina, fundada por su abuelo. También gran deportista, sobresalía en la caza, la cetrería y la cría de caballos. Durante su gobierno, protegió a artistas como Botticelli y Miguel Ángel, además de gran cliente de los talleres de Andrea del Verrocchio, Domenico Ghirlandaio y Antonio del Pollaiuolo. Estos talleres realizaban las pinturas y esculturas que adornaban la próspera ciudad.

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Retrato de Lorenzo de Medici, taller de Bronzino

Supo mantener un equilibrio pacífico de poder con las ciudades estado rivales. Un ejemplo fue su política de diplomacia cultural. Esta habilidad consiguió hacer de Florencia una potencia de las artes y el comercio. Además, «el Magnífico» amenizaba al pueblo con fastuosos espectáculos públicos y celebraciones. Estas obras para los festejos eran efímeras, pero provechosas. Conseguían activar la creatividad de los artistas que trabajaban en ellas. Aprendizaje para un joven Leonardo da Vinci.

Aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio

En 1466, con catorce años y solo dos después de ir a vivir con su padre a Florencia, Leonardo da Vinci pasa a ser aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio. Por entonces uno de los mejores y más afamados talleres de Florencia.

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Dibujo de un posible Leonardo da Vinci de joven. Andrea del Verrocchio

Verrocchio era cliente de Piero da Vinci, notario y padre de Leonardo. Según las crónicas de Vasari, el padre de Leonardo tomó algunos de los dibujos del joven y se los enseñó a Andrea del Verrocchio, que quedó «asombrado» al contemplarlos y convinieron incluirlo dentro de la nómina de aprendices del taller.

El taller renacentista

El concepto de taller o bottega (en italiano) de la Florencia del Renacimiento se aleja un tanto del que podemos tener en la actualidad sobre un taller artístico. La bottega era un lugar de formación para los jóvenes aprendices, a la vez que un espacio de colaboración entre los diferentes artistas para la consecución de los encargos. Debemos olvidarnos del actual concepto del artista individual porque en estos talleres lo normal era no firmar las obras. En la mayoría de los casos estas eran colaborativas.

En estos talleres los aprendices de artistas se formaban en muy diferentes materias como eran el dibujo, la escultura, orfebrería, pero también en mecánica y conocimientos científicos que les pudieran ser útiles para su trabajo, como nociones de anatomía y geometría. También era un punto de intercambio cultural donde se fomentaba la poesía, la música y la filosofía. Pero la función principal de la bottega era la producción de obras de arte para su venta, la realización de obras por encargo y del material necesario para festejos y celebraciones.

La categoría que tenían los trabajadores de los talleres no es la que ahora se le da a los artistas. Su estatus era más como el de un artesano, aunque este concepto empezó a cambiar durante el Renacimiento Italiano con la aparición de artistas como nuestro Leonardo da Vinci o Miguel Ángel Buonarroti que empezaron a ser apreciados por su estilo y genio individual.

La bottega de Andrea del Verrocchio

Como ya hemos visto, la bottega de Verrocchio era, junto con el taller de Antonio de Pollaiuolo, los dos talleres artísticos más afamados en la Florencia de la época. En el de Verrocchio se formaron artistas como Lorenzo di Credi o Sandro Botticelli, con el que más tarde Leonardo compartiría amistad.

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Andrea del Verrocchio. Grabado de Nicolas de Larmessin (1682)

Cuando Leonardo llegó al taller de Verrocchio estaban trabajando en una escultura de bronce de Cristo y Santo Tomás que formaría parte de una tumba para los Medici. Un inventario del taller indica que existía una mesa de comedor, camas, libros en italiano y traducciones de poesía clásica de Petrarca y Ovidio.

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Cristo y Santo Tomás de Andrea del Verrocchio

Verrocchio, formado como orfebre, era considerado un talentoso escultor pero no tan buen pintor. Solía dejar la mayor cantidad de trabajo de pintura en las manos de jóvenes artistas, como más adelante fue el caso del propio Leonardo. Parece que Verrocchio era un maestro afable que cuidaba de sus jóvenes aprendices.

En este ambiente, un joven Leonardo da Vinci se formó como escultor, pintor, músico, ingeniero y arquitecto. Gracias a su capacidad de observación y su voraz curiosidad, supo sacarle el máximo provecho a todo lo que pudo ver y aprender en el taller de Verrocchio. Tuvo la fortuna de poder asistir al proceso de fabricación y levantamiento de la gran y nueva esfera de bronce que coronaría la majestuosa cúpula de Brunelleschi en la catedral de Florencia.

Además, debido a su porte y belleza, fue aprovechado por el maestro como modelo para una de sus obras más reconocidas: el David de Andrea del Verrocchio. En él podemos apreciar uno de los pocos retratos de un joven Leonardo da Vinci sobre el que los expertos se ponen de acuerdo y dan veracidad.

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El David de Andrea del Verrocchio, inspirado en un joven Leonardo da Vinci.

Cuando el alumno supera al maestro

Durante su aprendizaje en el taller de Andrea del Verrocchio, Leonardo pudo familiarizarse con la tradición polimática y versátil de otros grandes maestros como Brunelleschi o Alberti. Por sus cuadernos recuperados, sabemos que durante su juventud Leonardo cultivó diferentes competencias de la ingeniería civil y militar, hidráulica, diseño de ceremonias, anatomía, perspectiva y tantos campos más que empezarían a conformar el germen de todo lo que desarrollaría más adelante durante su vida adulta.

Pero donde más destacó en sus primeros años de formación fue en el dibujo y en la pintura. La que para muchos es su primera obra, yo diría que más bien el primer reflejo claro de su potencialidad como artista, es el famoso Paisaje del Arno, fechado en 1473.

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Paisaje del Valle del Arno, Leonardo da Vinci (1473)

Aunque el hito que parece que marcó un punto de inflexión fue su colaboración en una obra del taller de Verrocchio: El bautismo de Cristo. Obra atribuida a Verrocchio en su gran parte, aunque ya sabemos que las obras de los talleres son colaborativas. Leonardo contribuyó en la pintura, dejando su impronta en uno de los ángeles (en lo que la mayoría se ponen de acuerdo). Puede que también en parte del paisaje y en las aguas del lago (para otros expertos).

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Andrea del Verrocchio y Leonardo da Vinci, El bautismo de Cristo. Galleria degli Ufizzi, Florencia.
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Detalle del ángel pintado por Leonardo da Vinci

Según Vasari, y probablemente un tanto exagerado, indica que el maestro Verrocchio al ver el trabajo de Leonardo sobre el ángel pintado quedó estupefacto y dijo que «nunca más quiso pintar» al verse superado con creces por el alumno. Es probable que en la fecha de esta obra, Leonardo ya no fuera integrante del taller, pero sí seguía colaborando con el maestro. Lo cierto es que Verrocchio nunca fue considerado un gran pintor y era habitual que delegara en colaboradores como Leonardo o en otros alumnos los trabajos de pintura.

Leonardo da Vinci y la Compagnia di San Luca

En 1472 Leonardo se inscribe en la cofradía de pintores florentinos: la llamada Compagnia di San Luca. Aparece en los registros como Leonardo di ser Piero da Vinci dentro de lo que no se consideraba un gremio, sino una hermandad de asistencia mutua entre pintores. En ella se encontraban otros artistas como Botticelli, Ghirlandaio, Pollaiuollo, Filippino Lippi y el mismo Verrocchio.

Esta Compagnia di San Luca se englobaba dentro en el Arte dei Medici e Speziali, gremio fundado en 1197 para médicos y boticarios. Esto nos hace ver el concepto del arte y del artista del momento. Idea que ya empezó a cambiar en el Quattrocento florentino, en el que nuevos y pujantes artistas reclamaban un gremio con entidad propia. Pero aún, por entonces, pertenecer a este gremio de médicos y boticarios era necesario para ejercer como artista por cuenta propia.

Colaborador en el taller de Verrocchio

Desde 1472, cuando se inscribe en la Compagnia di San Luca, hasta 1477 que establece su propio taller, el joven Leonardo sigue trabajando en la bottega de Verrocchio, aunque ya no como aprendiz sino como colaborador. De este período pertenecen sus primeras obras como, la mencionada anteriormente, el Bautismo de Cristo, La Anunciación, un par de vírgenes y su primer gran retrato femenino de Ginevra de Benci que ya anticipa la posterior Mona Lisa.

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Retrato de Ginevra de Benci, Leonardo da Vinci.

La acusación de sodomía

En abril de 1476, el joven Leonardo, junto a tres amigos, es acusadoo de sodomía. Es el episodio más sórdido y complicado de la biografía de Leonardo da Vinci. A través de un buzón de denuncias anónimas, se acusaba a los cuatro jóvenes de practicar sodomía con un joven llamado Jacopo Saltarelli. La sodomía era delito en la Florencia de la época, aunque a la vez era una práctica bastante habitual, sobre todo, entre artistas. El gobierno florentino buscaba reprimir la homosexualidad que estaba haciendo famosa a la ciudad. En realidad existía cierta permisibilidad siempre que fuera con discreción.

Finalmente, nadie ratificó la denuncia ni hubo testigos, y los acusados fueron liberados. Los datos no son muy claros, pero parece que Leonardo pudo llegar a permanecer un mes encarcelado. Fue un acontecimiento que marcó un punto de inflexión en la vida de Leonardo da Vinci y en la manera de vivir desde entonces su sexualidad.

Taller propio

El taller del joven Leonardo quedó establecido en el mismo centro de Florencia en 1477. Quizá abandonara el taller de Verrocchio para establecerse en solitario empujado por el caso Saltarelli. Su iniciativa fue un fracaso comercial. Hasta la marcha a Milán, en 1482, solo existen pruebas de tres encargos. Uno no llegó ni a comenzarlo y los otros dos los dejó inacabados. Pero incluso, esas pinturas inacabadas, hijas de un joven y genial Leonardo, influyeron en el arte de su época y contribuyeron a aumentar su fama.

En 1478 recibe su primer encargo, parece que a través de la influencia de su padre: pintar el retablo de la capilla del Palazzo de la Signoria. Algunos dibujos preparatorios hacen pensar que la adoración de los pastores al Niño Jesús en Belén sería la escena elegida. En cambio, no existen pruebas de que ni siquiera empezara la obra.

La Adoración de los Reyes

En marzo de 1481, ya con 29 años, Leonardo recibe el encargo del Convento de San Donato. Otra vez su padre le echaría una mano. Piero da Vinci había realizado trabajos como notario para los monjes y además les compraba la leña. Existía, por tanto, un vínculo entre ellos.

La escena de La Adoración de los Reyes era ya popular en la Florencia renacentista. Otros pintores como Botticelli ya la habían abordado. Leonardo, como ya sabemos, sobrado de audacia y de pretendida originalidad, buscaba un punto de vista propio sobre la escena ya un tanto manida.

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La Adoración de los Reyes

La idea de Leonardo era mostrar una especie de remolino alrededor de la escena principal de la Virgen y el Niño Jesús. En torno a ellos desfilaban una multitud de personajes, cada uno con su propia identidad y expresión. Como ya era seña de identidad, el paisaje cobraba gran importancia, con una escena de jinetes y construcciones arquitectónicas de fondo bastante compleja.

Quizá fuera demasiado para un pintor aún joven y con una mentalidad demasiado perfeccionista. Su idea superó a su capacidad y seguramente al tiempo que le podría dedicar a la obra. Dejó volar tanto su imaginación que, al no acotar la idea, esta se había convertido en una pintura imposible que sobrepasaba con mucho la idea original del encargo. Nunca fue terminada.

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Detalle de un posible autorretrato de Leonardo da Vinci en La Adoración de los Reyes

Como apunte para los que gustan de buscar y encontrar posibles retratos y autorretratos de Leonardo da Vinci, al puro estilo Buscando a Wally, varios expertos reconocer a un joven Leonardo en la figura más a la izquierda de la escena. Casi a modo de firma de la obra. Para mí tiene cierto parecido a otras referencias sobre el rostro de Leonardo. Ni descarto ni confirmo.

San Jerónimo penitente

San Jerónimo es un erudito del siglo IV d.C., traductor de la Biblia al latín durante su retiro en el desierto. En la escena se nos presenta sentado con una piedra en su mano derecha con la que se prepara para golpearse en el pecho como penitencia. A sus pies ruge un león, su compañero después de que el santo le sacara una espina de una de sus patas.

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San Jerónimo penitente, Leonardo da Vinci. Museos Vaticanos, Roma.

Un demacrado Jerónimo arrepentido ruega perdón. Se intuye en los ojos inacabados una fuerza interior, determinación antes de ejercer penitencia golpeándose con una piedra.

La fecha hacia la que parece que se inicio la pintura es hacia 1480 pero muchos creen ver una continuidad hacia 1510. Es posible que Leonardo, al querer mostrar la cuerpo de San Jerónimo, todavía no tuviera suficientes conocimientos de anatomía que sí habría obtenido más tarde y de ahí esa supuesta corrección, que no fue mucho más lejos porque la obra quedó inacabada.

Angustia

Es posible que esta imposibilidad de Leonardo por acabar los encargos y pinturas se diera por su situación personal, una especie de depresión o melancolía. Pareciera que Florencia estaba dejando de ser para él un lugar afable y con posibilidades. Otros compañeros como Botticelli no paraban de conseguir encargos de los Medici mientras él se embrollaba en pinturas tan audaces como imposibles que nunca lograba terminar.

Existen algunos apuntes en sus cuadernos donde parece dejar rastro de esta tristeza que le invade. Escribe sobre lo doloroso que es dejar una obra inacabada. También aparecen citas de escritos de amigos, como también de La Divina Comedia de Dante donde se expresa una pereza, incluso una falta de fuerza de voluntad para lograr acabar sus proyectos. Pareciera angustiado por su incapacidad para trabajar con constancia y perseverancia. Lo que hoy llamaríamos la procrastinación que nos invade a muchos.

Extra bonus: la taberna con Sandro Botticelli

Pasa por ser esta otra de estas anécdotas bizarras alrededor de la vida de Leonardo da Vinci. Aunque sí parece que al joven genio le interesaba la gastronomía. También que tenía ciertos conocimientos como se puede observar en su obra La Última Cena, donde ya hace alarde de ello. Pero de ahí a sostener la creencia de que llegó a regentar junto a Sandro Botticelli una especie de restaurante de nouvelle cuisine, llamado algo así como Las tres ranas, hay un abismo.

Origen del bulo

Y es que esta historieta de unos jóvenes Leonardo da Vinci y Sandro Botticelli chefs parte del libro Cuadernos de cocina de Leonardo de Shelagh y Jonathan Routh editado en 1987. La intención era crear esta ficción divertida que pareciera verosímil. Alegaron que estas recetas e inventos culinarios (sacacorchos para zurdos, la servilleta o el tenedor de tres púas) aparecían en un encontrado Códice Romanoff (inexistente y que puede confundirse con el Códice sobre el vuelo de las aves que antes paso por las manos de Theodore Sabatchnikof). Tan verosímil llegó a parecer este libro que el bulo se tomó como cierto. Aún hoy muchos, entre ellos, algún ilustre experto que parecen extenderlo en sus charlas e intervenciones mediáticas.

Quizá por su fama de genio polímata es fácil hacer creíble cualquier extravagante historia o invento atribuible a Leonardo da Vinci como ya hemos visto que hizo Dan Brown en El Código Da Vinci con el cryptex o lo también sucedido con la bicicleta que no era.

Agotamiento primera etapa en Florencia y marcha a Milán

Con casi treinta años, Leonardo ya había dado muestras de su genialidad pero también de su falta de perseverancia y compromiso, dejando obras inacabadas a sus espaldas. No parece que hubiera logrado ganarse la confianza de los grandes señores de Florencia. Con un futuro laboral sin encargos empezó a mirar hacia fuera. Es posible que por esa razón enviara la famosa carta a Ludovico Sforza, por entonces mandatario de Milán, ofreciéndose como ingeniero militar y artista para todo.

La carta no parece que hiciera efecto y no fue reclamado por el Sforza, pero en cambio Lorenzo de Medici aprovecharía el talento para la música de Leonardo y fue enviado a la corte milanesa dentro de su política de diplomacia cultural. Allí en Milán, Leonardo abrió una nueva e importante etapa de su vida durante los siguientes dieciséis años.

Imágenes: Wikimedia Commons.